miércoles, 8 de septiembre de 2010

¡QUÉ BELLO ES SER MUJER! (2)

De trabajar fuera de casa, nada. Ningún estudio, ninguna habilidad especial salvo el cuidado de la casa y los niños. Siempre rezando para que nadie de la familia enfermara. Aguantando las jaquecas a pie firme a base de optalidones y suplicando 10 minutos en la cama, a oscuras, en silencio.
Después llegaron otros dolores. La separación de los hijos. La artrosis comiéndose las manos y las rodillas. Un médico me dio hormonas para evitar que mis huesos perdieran calcio. Otro me las quitó porque me estaban haciendo más mal que bien.
Después vinieron las pastillas para la diabetes y para la tensión, por si acaso también para el colesterol. Como cuidar a mis nietos me ponía muy nerviosa, me dieron tranquilizantes. Al morir mi marido, me dieron también antidepresivos. Ya no tengo jaquecas, pero todos los días tengo que tomar algo para el dolor.
¡Qué bello es ser mujer!

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